Y de esta forma, por la fe de María, mucho mayor que la de Abraham, todos nosotros, su familia, sus hijitos, somos salvos, pues ella cree en Jesucristo mucho más que nadie. Tanto cree en él, que él habitó en su vientre por 9 meses. Ella es la Madre de la Fe, en cuya fe nos acogemos para que se cumpla esa promesa: cree en Jesucristo y será salva tú y tu casa, tu familia. Madre de todos los pueblos, abogada nuestra, en tu fe somos salvos, pues nadie cree en Jesús más que tú. Amén.
“Cree en Jesucristo y serás salvo tú y tu casa”.
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